Ozzy Osbourne emociona con su despedida: un viaje nostálgico por los éxitos de Black Sabbath

El “Príncipe de las Tinieblas” agradece a sus fans en una noche inolvidable

La leyenda del rock, Ozzy Osbourne, ofreció un concierto de despedida épico este sábado 5 de julio, entregando una actuación llena de fuerza, emoción y recuerdos para sus seguidores. Sin mostrar señales de desgaste vocal, el icónico cantante británico abrió el show con I Don’t Know, y rápidamente encendió a la audiencia con clásicos como Mr. Crowley, Crazy Train y la emotiva Mama, I’m Coming Home, tema que arrancó lágrimas tanto del artista como de su público.

Un tributo a Black Sabbath en una noche histórica

Durante el acto principal, las pantallas del escenario proyectaron un homenaje visual a Black Sabbath, banda pionera del heavy metal, recordando su vasta trayectoria y legado. La atmósfera se tornó más densa y poderosa con el característico sonido de sirenas que marcó el inicio de War Pigs, seguido por himnos del género como N.I.B., Iron Man y Paranoid.

Visiblemente conmovido, Ozzy se dirigió a los asistentes con la voz entrecortada:

“Se siente tan bien estar en este escenario, no tienen idea de cómo me siento. Gracias, de todo corazón”.

Black Sabbath: el origen del heavy metal

Fundada en 1968 en Birmingham, Inglaterra, Black Sabbath revolucionó la música con un estilo oscuro y pesado que sentó las bases del heavy metal. Conformada originalmente por Tony Iommi (guitarra), Geezer Butler (bajo), Bill Ward (batería) y el propio Ozzy Osbourne (voz), la banda debutó con un álbum homónimo cuya portada mística se convirtió en un ícono del rock.

En 1970, el disco Paranoid consolidó su sonido crudo e impactante, convirtiéndose en una referencia obligada para generaciones de músicos. A pesar de los múltiples cambios en su alineación —incluida la salida de Ozzy por problemas de adicciones y la llegada de Ronnie James Dio—, el nombre de Osbourne permanece como el emblema original de la agrupación.

Un trono, una leyenda viva

En su presentación final, Ozzy apareció sobre su clásico trono negro, símbolo de su estatus como leyenda viviente del rock y del metal. Fiel a su estilo, ofreció una noche inolvidable que selló su legado como el inconfundible “Príncipe de las Tinieblas”.